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septiembre 28, 2009

HABLARÉ A TU CORAZÓN.‏


por Enrique Ruloff

 

Aunque no entendamos nuestro desierto, este siempre contiene la promesa de romance e intimidad con Dios. Según la declaración de Oseas 2.14 b, Dios promete: «allí le hablaré con mucha ternura, haré que se vuelva a enamorar de mi».

 

Cuando pensamos en un lugar para descansar o pasar un tiempo de vacaciones, por lo general lo hacemos en un lugar en donde hay extensiones verdes, ríos, mar, lagos o montañas. Ninguno de nosotros escogeríamos un desierto como el lugar ideal para descansar o tomarnos unas vacaciones. Para nosotros el desierto es sinónimo de vacío, muerte y confusión.

El Señor, no obstante, considera el desierto de manera diferente que nosotros. Según la evidencia que nos presenta la Biblia, para él el desierto es un lugar de vida, transformación, crecimiento, formación y nuevas oportunidades. El libertador del pueblo de Israel, por ejemplo, emerge luego de cuarenta años de formación en el desierto; me refiero a Moisés. El profeta que, según el testimonio del propio Jesús, fue el más grande de todos los tiempos, aparece luego de treinta años de formación en el desierto; me refiero a Juan el Bautista. El Salvador de la humanidad, Jesús, comenzó su ministerio público después de ser tentado durante cuarenta días en el desierto. Podríamos dar muchos otros ejemplos.

Encontramos, en la Palabra, que una y otra vez Dios desea llevarnos al desierto para restaurar o producir crecimiento en nuestras vidas. El término «restaurar» significa devolver algo o alguien a su estado anterior. Y ¿quién de nosotros no necesita, en algún momento, de restauración, ya sea económica, física, espiritual o psicológica?

Luego de comunicar un mensaje de juicio y denuncia contra Israel, el Señor  promete a Oseas: «Por eso voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón. Le daré sus viñas desde allí, y haré del valle de Acor una puerta de esperanza. Y allí cantará, como en los días de su juventud, como en el día de su subida de la tierra de Egipto.» (Os 2.14–15)

Tiempo atrás leí el libro Going through the dry times, de James Ryle. Este autor sugiere en su libro que en este pasaje podemos ver por lo menos cinco áreas que Dios desea restaurar en nuestras vidas. 

 

1. Restaurar nuestra capacidad de oír su voz

La Nueva Versión Internacional traduce estos versículos de la siguiente manera. «Por eso, ahora voy a seducirla. Me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura. Allí le devolveré sus viñedos, y convertiré el valle de la desgracia en el paso de la esperanza. Allí me corresponderá, como en los días de su juventud, como en el día en que salió de Egipto.» Es interesante notar que la palabra hebrea traducida por «ternura» sugiere la idea de que  Dios desea hablarnos desde muy adentro. Dios busca restaurar en lo más profundo de nuestro corazón la capacidad de oír su voz.

Por muchos años he vivido en el campo y una de sus cualidades hermosas es que nuestros oídos físicos pueden distinguir una infinidad de diferentes sonidos. Diferenciamos el canto de un ave del aullido de otro animal. Recuerdo que los días posteriores a una abundante lluvia, en el silencio de la noche, mientras apoyaba mi cabeza sobre la almohada, podía escuchar claramente el ruido de la cascada que estaba a unos 300 metros de casa. El silencio del campo hace posible que podamos distinguir estos sonidos. A diferencia de ello, en la gran ciudad somos aturdidos por una gran cantidad de ruido. En medio de tanto bullicio no alcanzamos a distinguir los diferentes sonidos. No escuchamos el canto de un pájaro, la risa de un niño o el ronroneo de un gato. Aturdidos por la contaminación sónica perdemos nuestra capacidad de diferenciar los ruidos normales de la vida.

De la misma manera nos pasa en nuestra vida espiritual. Son muchas las voces que nos hablan; nuestra conciencia, el enemigo, los amigos o compañeros de trabajo, la televisión y la radio.  Por esto, se nos hace difícil distinguir la voz de Dios. No es que él no desee hablar, pero estamos confundidos y apabullados. En ocasiones, entonces, necesita llevarnos al desierto para restaurar en nosotros la capacidad de escuchar su voz. 

Por alguna razón Isaías nos dice:  «Me despierta todas las mañanas, para que reciba sus enseñanzas como todo buen discípulo.» (Is 50.4b) En el silencio de la mañana, cuando aún la ciudad permanece dormida, podemos disfrutar de esa quietud que necesitamos, cuando aún las demandas de nuestras responsabilidades no se han impuesto.

 

2. Restaurar el fruto de nuestro ministerio

En Oseas 2.15a el Señor promete:  «le devolveré sus viñas». Entre otros propósitos él nos lleva al desierto porque quiere restaurar el fruto de nuestro ministerio. En ese sentido Jesús exhorta a los suyos:  «El discípulo que sigue unido a mi, y yo unido a él, es como una rama que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mi, no podrá hacer nada.» (Jn 15.5)

Necesitamos entender la diferencia entre trabajar para Dios y trabajar con Dios. Muchas veces, como pastores y líderes, tenemos el concepto de que trabajamos para Dios y acabamos siendo esclavos y no colaboradores. Dios nos invita a que trabajemos con él. Nos invita, al igual que Jesús durante su ministerio terrenal, a que hagamos las obras que él hace y hablemos las palabras que él habla. Si lográramos sintonizar nuestros oídos espirituales deberíamos poder vivir en esta dimensión. 

A menudo nos embarcamos en diferentes actividades, que luego de mucho esfuerzo, dejan un magro fruto. Nos preguntamos: «¿por qué no obtuvimos resultados?» Quizás hasta cuestionemos a Dios, pero él, desde los cielos, nos responde: «Si yo no te pedí que hicieras eso». Es probable que nuestro proyecto sea bueno y loable, pero si no cuenta con su aprobación, no prosperará.

Quisiera compartirle tres palabras importantes que debemos tener en cuenta para que nuestro ministerio sea fructífero: conectados – receptivos – efectivos. Si permanecemos conectados a Jesús es factible que escuchemos su voz; pero para que ello ocurra y resulte el fruto deseado, necesitamos ofrecer a Dios corazones receptivos. En la parábola del sembrador, en Mateo 13, Jesús cuenta que parte de la buena semilla cayó por el camino, otra, entre piedras, otra parte, entre espinos y la cuarta cayó en buena tierra. Si observamos bien el texto notaremos que la semilla es la misma; lo que cambia es el terreno. El buen terreno (efectivo) produjo frutos a treinta, sesenta y ciento por uno. 

Si queremos que nuestro ministerio sea fructífero, necesitamos ofrecerle a Dios un corazón bien trabajado, humillado, quebrantado, sin cuestiones no resueltas, con expectativas de una fe saludable. El Señor nos lleva al desierto porque quiere que seamos productivos en todo lo que hacemos, en nuestro trabajo, familia, estudios y ministerio.

 

3. Restaurar nuestra perspectiva

El Señor detalla la promesa: «convertiré su desgracia en gran bendición» (Os 2.15b). La Versión Reina Valera dice «haré del valle de Acor una puerta de esperanza». El  valle de Acor en Israel era sinónimo de tribulación. En ese valle Dios había juzgado a una tribu que durante el proceso de conquista se había quedado con el botín prohibido de una nación pagana.

Pablo, cuando escribe a los creyentes en Roma, los anima afirmando que Dios puede usar todas las situaciones para nuestro bien (Ro 8.28). Luego de muchos años de dolor y clamor, finalmente llegó la liberación para Israel. Con mano poderosa los sacó de Egipto y les proveyó todo lo que necesitaron en el desierto. Pero una y otra vez los líderes volvían a Moisés para quejarse y para sugerirle que volvieran a Egipto, que allí la comida era mejor. Dios no solamente quiere sacarnos de Egipto, sino que quiere sacar a Egipto de nuestro corazón.

Podemos ver, entonces, que el Señor permite que pasemos por tiempos de tribulación porque quiere que cambiemos nuestra perspectiva de la vida. En palabras de Jesús, no se puede derramar vino nuevo en odres viejos. Si nosotros queremos dar en el blanco con una flecha, previo al disparo el arco debe ser tensado, para que la flecha tome impulso. Las circunstancias adversas en nuestra vida permiten que nos tensemos, para que Dios pueda sacar de ellas provecho para nuestro crecimiento. 

Hace unos meses necesitábamos con mi familia encontrar una casa para alquilar. En una ciudad en donde los alquileres son altos, las demandas crecen y los requisitos legales son casi imposibles de completar, Dios nos abrió una puerta inesperada. No solamente nos proveyó de la casa que necesitábamos, sino que lo hizo de tal manera que acabamos pagando menos de su valor en el mercado, sin contrato, sin garantías y sin depósito. Previo a este regalo él nos tensó, pues durante muchas noches, con nuestros hijos, antes de acostarnos, orábamos pidiéndole un milagro.

El relato de Job, del Antiguo Testamento, nos ofrece la oportunidad de observar a un hombre justo, que amaba y servía a Dios. Pero fue sorprendido por una serie de calamidades que le causaron estragos económicos, físicos, emocionales y sociales. En medio de su dolor, buscando entender el porqué de su calamidad, se acercó a Dios y confesó: «Lo que antes sabía de ti era lo que me habían contado, pero ahora mis ojos te han visto, y he llegado a conocerte. De oídas te había conocido, pero ahora mis ojos te ven.» (42.5) Es, sin duda, ¡una de las declaraciones más preciosas en la Biblia!

Job no hubiera necesitado de la doble bendición si no hubiera pasado por todo lo que vivió. Dios desea pulirnos como a un diamante, pero para ello, muchas veces permite que el diablo gire la rueda.

Tiempo atrás escuché la historia de una mula que cayó en un  pozo. El dueño, al ver que era imposible sacarla, comenzó a enterrarla con la ayuda de sus vecinos, pero la mula comenzó a pararse sobre la tierra que caía hasta que finalmente salió. Ella usó las paladas de tierra que le arrojaban para matarla como la forma de sobreponerse a su dificultad. Para lograrlo debió descubrir que la paladas de tierra para muerte podían ser, también, paladas para vida.

 

4. Restaurar nuestra alabanza

El Señor visualiza el fruto de su promesa cumplida: «volverá a cantarme como cuando era joven» (Os 2.15c). ¿Cuánto tiempo hace que no sale de su corazón una genuina alabanza a Dios? ¡Sobran motivos para hacerlo! Meses atrás —a manera de ejemplo— Dios me libró de morir electrocutado. El aire que respiramos, la salud, el trabajo, la comida, la familia, la iglesia y tantos otros motivos de gozo, todos, proceden de su mano bondadosa. Dios busca hombres y mujeres que continuamente le expresen alabanza y no «quejabanza». Encontramos un buen ejemplo el día cuando el pueblo salió de Egipto, y Maria, hermana de Moisés, tomó el pandero y dirigió al pueblo en una magnífica alabanza a Dios por la liberación obtenida. El grado de alabanza que hay en nuestros labios y corazones revela el nivel de nuestra confianza en Dios.

Muchas veces Dios nos lleva al desierto para restaurar en nosotros nuestra alabanza, para que volvamos a enamorarnos de él, pues, cuando nos faltan las buenas cosas de la vida que hemos disfrutado, entonces, ¡nos damos cuenta cuánto hemos recibido!  

 

5. Restaurar nuestra libertad

El Señor concluye diciendo: «como cuando salió de Egipto» (Os 2.15d). Para Israel Egipto fue sinónimo de pecado por la esclavitud a la que estuvieron sometidos en aquel país.  De la misma manera, también en nuestras vidas, el pecado nos deja en una condición de esclavitud. Spurgeon, en uno de sus libros logra expresar esta analogía:  «En el mar rojo de la sangre de Jesús, Dios sumergió todo el Egipto de nuestros pecados.» El día en que conocimos a Jesús fuimos liberados completamente, pero con el correr de los días y meses, nos volvemos a cargar. A menudo, por las demandas del ministerio, las frustraciones, las desilusiones y los problemas interpersonales nos llenamos de amargura y resentimiento. Y permitimos que todo eso nos quite el gozo y la libertad de servir a nuestro Señor.

En su carta a los Gálatas Pablo se refiere a esta condición como la de un «insensato»; una traducción más acertada podría leerse: «Gálatas estúpidos». Ellos habían comenzado en la libertad de Cristo, pero con el correr del tiempo volvieron a la esclavitud, a la ley, a la carne. Por esto, el autor de la carta a los Hebreos exhorta a sus lectores: «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.» Dios nos lleva al desierto porque quiere restaurar en nosotros nuestra libertad. Quiere que volvamos a ser niños en nuestra fe. Quiere que andemos libres de todo peso que pueda estorbarnos en nuestra carrera cristiana.

Conclusión

Al observar cómo inicia esta promesa profética: «llevaré a Israel al desierto» (Os 2.14ª), notamos que es Dios quien toma la iniciativa de llevarnos al desierto. Estar en el desierto no necesariamente implica que estemos en pecado, pues su propósito es restaurar en nosotros:

  • la capacidad de oír su voz
  • el fruto de nuestro trabajo
  • nuestra perspectiva de la vida
  • nuestra alabanza a él
  • nuestra libertad del pecado

Aunque no entendamos nuestro desierto, este siempre contiene la promesa de romance e intimidad con Dios. Según la declaración de Oseas 2.14 b, Dios promete: «allí le hablaré con mucha ternura, haré que se vuelva a enamorar de mi».

El salmista decía: «Pero no hay razón para que me inquiete, no hay razón para que me preocupe. Pondré mi confianza en Dios mi Salvador. Sólo a El alabaré.» (Sal 42.5) El desierto es un buen lugar para restaurar nuestra confianza en Dios. Asegúrese de que, si está de paso por el desierto, ¡pueda obtener la mayor ventaja posible de su experiencia!

El autor (enrique) ha sido, durante muchos años, pastor de la Alianza Cristiana y Misionera.  Fue, también, decano académico del Instituto Bíblico Buenos Aires.  Es autor de varios libros y, en la actualidad, asiste con la dirección de la oficina Argentina de Desarrollo Cristiano Internacional.   Está casado con Paula y tienen cinco hijos.  Viven en Buenos Aires. © Apuntes Pastorales, edición abril – junio de 2006 / Volumen XXIII – Número 3

 

Estoy viviendo muy deprisa señor....‏


Estoy viviendo muy deprisa, Señor, no me detengo en nada, las circunstancias me van  viviendo y no vivo yo las circunstancias.

 

Paso de una actividad a otra.  Dicen que esto es el mal del siglo; pero no me gusta, Señor, ir tan  deprisa.  Los días y las noches pasan presurosas y creo que dejo de hacer cosas muy bellas.

 

 Mi vida se desliza vertiginosa; quiero detenerme y ver una puesta de sol que tiñe de rojo el agua de la laguna, o las  nubes sobre las montanas, quiero encontrar tiempo para visitar a un enfermo; dame tiempo para leer.

 

 Pero sigo repitiendo: “no tengo tiempo”.  Cuando veo el reloj y son ya las once de la noche, analizo: “corrí, corrí como todos los mortales.  Dejo de disfrutar, de saborear las miradas tiernas de los niños, de observar los pétalos finos de una rosa.”

 

 No tengo tiempo de detenerme a ver los parques, la belleza de las  flores, el ruido de las fuentes y el trino de los pájaros, junto con los niños que corretean, hacen todo un poema.  Dame fuerza, Señor, para detener mi carrera.  Quiero sentir la paz para darla a mis hermanos de peregrinar, que, como yo, corren.

 

Dejamos lo trascendental por lo transitorio.

 

 En todos los rostros se observa un duro rictus de velocidad que lo va desfigurando.  Dame, Señor, serenidad para vivir, calma para detenerme y poder amar a todos.  Sin prisas, sin velocidad, sin atropellamiento.

 

 Te ofrezco mi jornada de hoy, Señor, llénala de Tu Amor, para poder darlo a los demás. Amén.

 

 

FIDELIDAD QUE AFLIGE‏


Fidelidad que aflige

                El Señor invierte en nosotros con la eternidad en mente. Hay aspectos de nuestras vidas que necesitan ser tratadas

 

Texto Bíblico base: Salmos 119.75

Sin duda la mayoría de nosotros coincidimos plenamente con la declaración de David en cuanto a los juicios del Señor, que en verdad son justos. Lo creemos de corazón y por eso estudiamos con diligencia su Palabra, para conocer mejor los caminos y los preceptos de Dios. La segunda parte de la declaración del salmista, sin embargo, nos lleva a un plano que es mucho más difícil de aceptar. Unos cuantos, entre nosotros, hasta se opondrían con vehemencia a esta afirmación, que Dios en su fidelidad nos aflige.

Es verdad que creemos que las aflicciones son parte de la vida. Algunos tienen dificultad aun para aceptar esto, prefiriendo una espiritualidad triunfalista que niega la existencia del dolor, la angustia y el sufrimiento. Nos basta con mirar la vida, no obstante, para ver que las aflicciones están inseparablemente ligadas al mundo en que vivimos. Nuestra teología, entonces, nos indica que nuestro Padre Celestial permite la existencia de estas aflicciones para nuestro bien y buscamos en él la fortaleza e integridad que necesitamos para sobrellevarlas con fidelidad.

En este pasaje, sin embargo, David agrega al tema de las aflicciones una observación que, francamente, nos incomoda. En ella el salmista declara que las aflicciones fueron una demostración del amor del Señor hacia nosotros. ¿Cómo podemos abrazarnos a esta verdad, cuando el sufrimiento produce en nosotros tanta congoja? ¿Quién puede verdaderamente creer que Dios, en su fidelidad, nos aflige? La misma frase hasta parece ser contradictoria, pues la fidelidad, según la entendemos, requiere que Dios nos libre de las aflicciones, ¡no que las produzca!

Si nos trasladamos por un instante al plano de la relación de un padre hacia su hijo, donde normalmente vemos las manifestaciones más puras de fidelidad, podremos entender por qué nos resistimos a la declaración de David. Todo aquel que tiene un hijo le da prioridad a buscar la forma de evitar que su hijo sufra. Desde pequeño el padre interviene en diferentes situaciones para alejar la angustia de la vida de su hijo. Puede ser en cosas tan pequeñas como hacerle los deberes para que no lo reten en la escuela, o en cosas tan grandes como asegurarle el futuro mediante la apelación a personas de influencia en una empresa o en el gobierno. La meta siempre es la misma: evitar que nuestros hijos pasen un mal momento.

Nuestra amor imperfecto, sin embargo, tiene implicaciones a largo plazo. La más fácil de identificar es que ese hijo no tendrá capacidad de enfrentar ni de responder a las adversidades que inevitablemente le presentará la vida. Tampoco desarrollará la grandeza de carácter que solamente se cultiva por medio del dolor. De modo que, evitándole una incomodidad presente, le hacemos daño para el futuro.

El Señor invierte en nosotros con la eternidad en mente. Hay aspectos de nuestras vidas que necesitan ser tratadas. Hay lecciones que debemos aprender, si es que vamos a caminar en fidelidad por sus caminos. Nuestro carácter debe ser pulido y refinado. Es por esto, entonces, que él no solamente permite la aflicción en nuestras vidas, sino que a veces la produce.

Para pensar:
David revela un aspecto del amor de Dios que no entendemos muy bien. ¿Se anima, de todas maneras, por fe, a darle gracias a Dios porque en su fidelidad, nos aflige? ¡Su opinión del Padre cambiará radicalmente cuando comience a hacerlo!

Autor: Christopher Shaw. Producido y editado por Desarrollo Cristiano Internacional -

 

Seamos como niños‏


Siendo como niños

            Es el camino de la sencillez el que nos va a llevar a la madurez espiritual

 

 

Texto Bíblico base: Mateo 18.3

Esta declaración de Cristo surgió como respuesta a una pregunta que le hicieron los discípulos: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?» No fue esta la única vez que tuvo que tratar el tema de grandeza con sus discípulos. En varias oportunidades surgieron disputas entre ellos sobre los lugares y cargos que tendrían cuando Cristo finalmente estableciera su reino.

El Maestro bien podría haber dado una detallada descripción de las características deseadas en todos aquellos que le seguían. Mas no lo hizo. Simplemente tomó a uno de los pequeños que invariablemente acompañaban a los adultos y lo colocó en medio de los hombres que eran sus colaboradores. Señalando al pequeño, les dijo: «el que quiere ser grande tiene que ser como este niño.»

Inmediatamente se hace evidente una aparente contradicción en las palabras de Jesús. Basta con echarle una mirada a este pequeño para entender que no tiene ninguna grandeza. No lleva sobre sus hombros la responsabilidad por las decisiones de peso que deciden el rumbo de los hombres. No tiene que buscar la manera de sustentar a diario las necesidades de su familia. No participa en los asuntos que conciernen el rumbo de la sociedad. Hasta su estatura puede llevar a que fácilmente pase desapercibido. Cristo, sin embargo, no veía a este niño como lo ven los hombres. El estaba haciendo referencia a aquellas características que los adultos han perdido y que necesitan volver a recuperar. Acompáñeme por un instante, mientras reflexionamos sobre ellas.

Lo primero que hacen los niños, cuando despiertan a la mañana, es ponerse a jugar. No se les ve levantarse preocupados, o cansados porque no pudieron dormir durante la noche. Se despiertan y comienzan a disfrutar del día. Los niños tampoco se preocupan acerca de las necesidades del día. No se pasan horas pensando de dónde vendrá la comida para el almuerzo, o quien podrá prepararlo. Juegan tranquilos porque saben que hay otros que velan por su bienestar. En el momento que necesitan algo, se acercan a algún adulto para pedirlo. No andan con rodeos, ni con vueltas. Piden porque confían en que los grandes pueden suplir sus necesidades. Cuando se lastiman, inmediatamente procuran a su madre o padre, para recibir de ellos el consuelo que necesitan. A veces, con un solo beso o una caricia, desaparecen las lágrimas y vuelve la alegría. Tampoco poseen capacidad para recordar las cosas malas que han vivido. No guardan rencores ni buscan vengarse como lo hacen los adultos. Pueden ser disciplinados por sus padres y al rato ya están jugando otra vez. Los niños también poseen una admirable capacidad de soñar, usando su imaginación. ¿Se encontró alguna vez con un niño cuestionador o dado a las dudas? Usted les habla de Papa Noel y ellos creen, a ciegas, en su existencia. Solamente de adultos adquirimos esa tendencia de dudar siempre de todo. Para pensar:
Por todas estas razones, y muchas más, los niños nos muestran el camino que deben seguir los que quieren avanzar hacia la madurez espiritual. Es el camino de la sencillez, de la vida sin complicaciones, de fe y de alegría, de gozarse a cada momento en las cosas de la vida

Autor: Christopher Shaw. Producido y editado por Desarrollo Cristiano Internacional

 

Sonríe


Sonríe... lo haces muy bien. Sonríe. Que a través de ella se caen los muros de la timidez.

Sonríe... lo haces muy bien. Que al sonreir se levanta el cálido susurro del cántico de la amistad.

Sonríe... lo haces muy bien. Cuando te lo propones se desata en ti lo especial que eres.

Sonríe... lo haces muy bien. Al sonreir llegan los hermosos colores del saludo fraternal.

Sonríe... lo haces muy bien. Al mirarte en tu propia sonrisa ves los detalles del amor en su mágico esplendor.

Sonríe... lo haces muy bien. Porque te acaricias el alma cada vez que te muestras contento.

Sonríe... lo haces muy bien. Es el reflejo de tu ser que se evidencia cuando enseñas lo mejor de tí.

Sonríe... lo haces bien. El brillo de tus ojos acompaña a tu sonrisa para explotar como estrellas brillantes en la oscuridad nocturna.

Sonríe... lo haces muy bien. Ya que al mostrar tu sonrisa se suaviza el momento del coraje que pasaste ayer.

Sonríe... lo haces muy bien. Es que tu sonrisa se proyecta hacia el cielo y perfuma el ambiente con gratos olores que suenan a libertad.

Sonríe... lo haces muy bien. Sonido de ternura que arropa los sentidos, los cuales se saborean los barriles de miel que hasta ellos llega cuando tú los dejas oir.

Sonríe... lo haces muy bien. Al hacerlo logras conquistar al mundo. Porqué ¿quién puede resistirse a tu hermosa, graciosa y dulce sonrisa?

Sonríe... lo haces muy bien. Es tu carta de presentación. Sonríe... lo haces muy bien. Ella nos deja ver al niño travieso que llevas por dentro.

Sonríe... lo haces muy bien. Dios se ha placido en regalártela por lo tanto es tuya y debes reciprocar el gesto a aquellos que a tu alrededor están.

Sonríe... lo haces muy bien. Esta te conduce a ser amigo, amado, estimado, apreciado, valorizado, esperado, invitado, distinguido, recordado. Y a disfrutar de los agradables, gustosos, placenteros, ricos, abundantes y plácidos instantes que te regala la vida.

Sonríe... lo haces muy bien. Es el paso de agradecimiento a tu Creador por dejarte vivir hoy, por que el ayer ya pasó.

Sonríe... lo haces muy bien. Es el peldaño que te sube por los tramos del deseo de vivir, de gozar, de soñar, de volver a sonreir. Es tu derecho
ante la vida... tu obligación al mundo y ante ti mismo.

Y lo haces muy bien...
Y los que te rodean lo necesitan también.

Annie Ortiz

La sonrisa es la demostración física de la alegría del alma.

Pondrá de nuevo risas en tu boca,y gritos de alegría en tus labios. Job 8:21

Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría,alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.Salmo 4:7

Por eso mi corazón se alegra,y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.Salmo 16:9

Miedo a la noche

septiembre 27, 2009

Vasos de barro‏


Hoy seguimos siendo vasos de barro, pues Dios quién dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria  grandeza  del poder sea de Dios y no de nosotros. 2 Corintios 4:6-7
Hoy necesitamos vivir con la alegría de sentir el amor de Dios, hoy necesitamos vivir con la confianza de saber que su presencia, nuevamente nos envuelve, él nos ha resplandecido, cuando en tinieblas estábamos y las tinieblas nos envolvían, él nos fue luz, su amor resplandeció sobre nosotros, Dios nos iluminó con el conocimiento de su gloria en la faz de Cristo y desde ese momento nuestra vida no fue la misma, su plenitud en nosotros llenándolo todo y confirmándolo todo, pero hoy también necesitamos vivir recordando que ese tesoro de su gloria y plenitud de su iluminación y conocimiento están en vasos de barro.
Somos sus vasos de barro y en estos vasos de barro esta ese tesoro, extraordinaria grandeza de su poder, de la cual yo no me puedo apropiar; hoy no quiero llenar mi vida de orgullo y egoísmo, todo lo grande, todo lo bueno, todo lo hermoso, todo lo especial, que otros puedan ver en mi y en ti hoy es solo parte de la extraordinaria grandeza de su poder en este vaso de barro.
Hoy somos un canal para que ese tesoro que viene de Dios, pueda tocar aquellos con quiénes estaremos hoy en contacto.
Nuestro deseo necesita estar centrado en mostrar a otros la extraordinaria grandeza de ese tesoro en nosotros y através de nosotros, pero que nada de lo que hoy diga o haga tenga sabor a barro, pero sabor a tesoro, el tesoro de la bondad, de la humildad, del amor y del servicio, para que la gloria sea Dios y no de nosotros.
Los que hoy me rodearán buscarán el sabor de la gloria de Dios, no el sabor del barro.
Los que hoy nos rodearán están cansados del sabor del barro que el mundo nos ofrece y ellos no quieren mas ese sabor, pero están buscando el sabor de la gloria, no de la gloria de este mundo, pero de la gloria de Dios, la gloria de aquel que ha resplandecido ya en nuestros corazones, la gloria de aquel que nos ha iluminado con el conocimiento de su paz y de su presencia.
¡Oh señor! gracias por haberme resplandecido, gracias por darme tu luz cuando en tinieblas estaba, gracias por haberme iluminado del conocimiento de tu gloria, y gracias por hacerme un vaso de barro, donde pueda estar el tesoro de la extraordinaria grandeza de tu poder, ayúdame hoy a vivir consciente de que soy un vaso de barro.
Que Dios te sostenga hoy…
Es el deseo de tu hermano y amigo
Serafín Contreras Galeano

PON TU MIRADA EN LAS NECESIDADES DE LOS DEMAS‏


En situaciones apremiantes de tu vida, has COMPROBADO como Dios te ha extendido su mano por medio de otras personas que él ha utilizado como CANALES OPORTUNOS de bendición.
Es Dios mismo quien ha puesto en el corazón de estas personas LA DETERMINACION de ayudarte, de ser SOLIDARIAS contigo...

He visto casos en los que Dios ha utilizado a personas con necesidades extremas para ayudar a otras con eso poquito que tienen...
Personas que lejos de AUTOCOMPADECERSE han dejado de pensar en sí mismas para ser MEDIOS de bendición para otras.
Esto me recuerda el caso de aquella viuda pobre que fue un medio de bendición para el profeta Elías.
Ver la historia en 1 Reyes 17: 10-16.

No hay duda que todos nosotros estamos conscientes de la existencia de NECESIDADES EXTREMAS en otras personas...
Sabemos de ellas...

Tu compromiso es FIJAR LOS OJOS en los demás con el propósito de ayudarles, y no para CRITICARLES o JUZGARLES por su condición.
Pon tu mirada en LAS NECESIDADES de los demás independiente a como tu estés y ya Dios se encargara de ayudarte por el medio que menos lo imaginas.

Dios quiere que todos seamos SOLIDARIOS ante las necesidades de los demás...
Ser SOLIDARIOS es vivir en carne propia lo que otros viven y hacer algo ESPECIFICO por ellas...

Mira estos ejemplos bíblicos de solidaridad:

EL AMOR SEA SIN FINGIMIENTO...
AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS CON AMOR FRATERNAL...
COMPARTIENDO PARA LAS NECESIDADES DE LOS SANTOS; PRACTICANDO LA HOSPITALIDAD...
GOZAOS CON LOS QUE SE GOZAN; LLORAD CON LOS QUE LLORAN.
Romanos 12: 9-10, 13,15

ACORDAOS DE LOS PRESOS, COMO SI ESTUVIERAIS PRESOS JUNTAMENTE CON ELLOS; Y DE LOS MALTRATADOS, COMO QUE TAMBIEN VOSOTROS MISMOS ESTAIS EN EL CUERPO.
Hebreos 13: 2.


Y LA MULTITUD DE LOS QUE HABIAN CREIDO ERA DE UN CORAZON Y UN ALMA; Y NINGUNO DECIA SER SUYO PROPIO NADA DE LO QUE POSEIA, SINO QUE TENIAN TODAS LAS COSAS EN COMUN.
Hechos 4:32



Como manifestar tu solidaridad hacia los demás?


ORANDO.

Ora para que sea el Espíritu Santo quien te impulse a AMAR; recuerda que el fruto del Espíritu es el amor.
Tú NO puedes amar con tus propias fuerzas limitadas; para ello es necesaria la acción sobrenatural del Espíritu Santo obrando en tus sentimientos.
En tu oración, pon bajo la DISPOSICION DE DIOS todo lo que posees para que sea de beneficio para los demás y no para tus intereses egoístas.
Yo te aseguro que jamás te faltara lo necesario.


DA LO MEJOR DE TI A LOS DEMAS....

Toma la iniciativa...
Da tu siempre el primer paso...
Toma la iniciativa y no esperes a que otros lo den.
Tú bien sabes que personas específicas están necesitando tu ayuda HOY...


ESTIMULATE POR EL EJEMPLO DE QUIENES SON SOLIDARIOS.

Mira el ejemplo de los grandes hombres y mujeres de Dios que a través de la historia y en la época presente se han SOLIDARIZADO a favor de los demás pesar de sus grandes limitaciones personales.




Es necesario que tanto tú como yo, reflejemos en el mundo el DISTINTIVO FUNDAMENTAL que nos caracteriza como cristianos genuinos.

EN ESTO CONOCERAN TODOS QUE SOIS MIS DISCIPULOS, SI TUVIEREIS AMOR LOS UNOS CON LOS OTROS.
Juan 13:35


Jose Alfredo Lievano

Publicado por Jose Alfredo Lievano

 

septiembre 26, 2009

Dios te esta FORMANDO para ALGO MAS...!!!


Te está CONSOLIDANDO para hacer de ti un poderoso MEDIO DE DIFUSION de su Palabra.
Esa es la razón por la que te ha sometido bajo un PROCESO FORMATIVO largo, árido e intenso.
Si bien es cierto que el conocimiento teológico es de vital importancia, también tiene que ver la EXPERIENCIA PERSONAL que tengas con EL en la RUTINA y en las ADVERSIDADES de la vida diaria...

Precisamente porque Dios CONOCE A PROFUNDIDAD todas las aéreas de tu vida, sabe perfectamente que TRATAMIENTO aplicarte aunque ahora no entiendas nada...
Así que no le cuestiones por ello...
El sabe lo que hace contigo.

Viene a mi mente aquel PROCESO FORMATIVO en el que Moisés fue sometido antes que se constituyera en el poderoso libertador de los hebreos en Egipto.
Que proceso más LARGO, ARIDO, CANSADO y SIN SENTIDO.
Imagínate: Pasar 40 años de su vida en la región de Madian pastoreando las ovejas de su suegro...
40 años haciendo lo mismo...
Que rutina...!!!
Que cansancio...!!!
Daba la impresión que sus días terminaran en ese lugar desperdiciando sus años de vida útil...
Como que Moisés quiso una cosa, pero Dios dispuso otra...
Sin embargo, Dios sabia porque eran necesarios esos 40 años de vida aparentemente INFRUCTIFERA y DESPERDICIADA.
Años en los que se estaba consolidando al futuro libertador de los hebreos...
Tantas cosas que Moisés debió haber aprendido en ese árido y rutinario lugar...
Solo Dios sabrá...

Es posible que en estos momentos estés experimentando una FRUSTRACION MINISTERIAL al no ver consolidadas tus expectativas...
Sientes que tus años van transcurriendo y aun no ves nada claro en lo que siempre anhelaste hacer...
Te sientes en una calle CUESTA ARRIBA en la que jamás llegaras a su final...
Todos los días el mismo desierto...!!!
Sientes que desperdicias tus talentos y tus dones en lo que te gusta hacer y en lo que te realiza como persona...
Sientes que estas donde NO DEBERIAS de estar...
Sientes que estás haciendo lo que NO TE GUSTA, pero que no te queda otra alternativa...

Teniendo tanto que APORTAR, aun estas en el desierto...!!!
Sientes que el cansancio te está alcanzando...
Quiérase o no eso te desanima...
Tú te consideras CAPAZ para enfrentar retos mayores, pero solo Dios sabe si ya estás preparado o preparada...

Dios te conoce más de lo que tú te conoces...
El sabe si eres capaz de responder o no...
Por eso aun te tiene en este proceso formativo...
No importan los años que transcurran, pero Dios es capaz de emplearte independientemente a la edad que tengas...
Dios sabe en qué momento estarás PREPARADO o PREPARADA para LANZARTE...

Cuando menos lo sientas estarás ejerciendo PRIVILEGIOS y RESPONSABILIDADES que no mereces...
PRIVILEGIOS y RESPONSABILIDADES que ahora te resulta imposible visualizar, por ser totalmente OPUESTAS a las que has tenido hasta hoy...

En estos momentos estas en el proceso preparatorio...
Dios te asegura hoy que del DESIERTO pasaras a un MONTE EXUBERANTE aunque las condiciones estén totalmente en contra, pues la OPOSICION será constante y las TENTACIONES se mantendrán...
Eso no lo olvides...

Satanás tratara de presentarte TRAMPAS que aparenten apacibles estanques de remanso, para que ACAMPES en ellos y pierdas la visión por la que estas allí...
Mucho cuidado ante tales estrategias...
Por su parte Dios garantiza ORIENTARTE cada día para que no te pierdas, PROTEGERTE de las trampas que encuentres en el camino y PROVEER todas tus necesidades...


Mientras tanto...

Aliméntate cada día del PAN ESPIRITUAL que Dios te ofrece.
Es así como te dará las fuerzas necesarias para AVANZAR durante este proceso formativo y te desempeñes diligentemente en la misión encomendada.

LEVANTATE Y COME, PORQUE LARGO CAMINO TE RESTA.
1 Reyes 19:7


Se FIEL en las responsabilidades y privilegios que tienes hoy, aunque los consideres pequeños.

Y TODO LO QUE HAGAIS, HACEDLO DE CORAZON, COMO PARA EL SEÑOR Y NO PARA LOS HOMBRES,
Colosenses 3:23



Recuérdalo...
Dios te está formando para ALGO MÁS...!!!
Dale gracias por ello, pues ha determinado cumplir en ti sus propósitos eternos...
Solo déjate formar ahora...

MAS EL DIOS DE TODA GRACIA, QUE NOS LLAMO A SU GLORIA ETERNA EN JESUCRISTO, DESPUES QUE HAYAIS PADECIDO UN POCO DE TIEMPO, EL MISMO OS PERFECCIONE, AFIRME, FORTALEZCA Y ESTABLEZCA.
1 Pedro 5:10


José Alfredo Lievano

Publicado por José Alfredo l.

 

Rostro resplandeciente


Como líderes debemos procurar una vida de santidad e intimidad tal que nuestra vida brille con la gloria de Dios

 

Texto Bíblico base: Exodo 34.29

¡La persona que pasa tiempo con Dios no puede evitar ser transformado! ¿Acaso algún otro pasaje ilustra mejor esta verdad? La intensidad del encuentro entre el profeta y Jehová había sido tal que hasta la piel del rostro le brillaba. Nos recuerda inmediatamente a la transfiguración de Cristo, donde los discípulos vieron «que sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún lavador de la tierra los puede hacer tan blanco»s (Mr 9.3). Es que este brillo no era meramente el resplandor de algo material, sino el brillo producido por la presencia de algo espiritual.

Cuando leo este pasaje, pienso: «¿A cuantos nos gustaría experimentar algo similar a esto!» Los que andamos en Cristo anhelamos tanto esa experiencia de cercanía al Señor, aunque sea que nos fuera concedido siquiera tocar el borde de su manto. ¿Qué se sentirá al vivir una experiencia como esta? ¿Podremos mantenernos en pie frente a semejante visitación de Dios?

Nuestra «envidia santa» de la experiencia que le fue concedida a Moisés, sin embargo, no repara en un pequeño detalle en el versículo que hoy compartimos. Y es que el profeta no sabía que le brillaba el rostro. Cosa insignificante, ¿verdad? En este detalle, sin embargo, encontramos parte del misterio de la transformación que obra en nosotros. Esa transformación, juntamente con las experiencias espirituales que la acompañan, no es primordialmente para nuestro deleite. Muchas veces ni siquiera sabemos que él está obrando en nuestras vidas. El objetivo de su obra es que los demás vean la gloria de Dios reflejada en nuestras vidas, no para que nosotros mostremos con orgullo nuestra madurez espiritual.

Por esta razón conviene que nosotros, pastores, examinemos con cuidado las motivaciones escondidas de nuestro corazón. Muchas veces encuentro que entre pastores hay un forcejeo sutil para ver quien recibe mayor honra en las reuniones y encuentros con otros líderes. El apóstol Pablo anima a la iglesia de Filipo a que no hagan «nada por egoísmo o por vanagloria» (2.3). La vanagloria es esa gloria que parece ser genuina, pero que en realidad no tienen valor alguno. Es el reconocimiento y los aplausos que vienen de los hombres, y no la palabra de aprobación que viene de nuestro Padre celestial. Como tal, está destinada al olvido.

Como líderes debemos procurar una vida de santidad e intimidad tal que nuestra vida brille con la gloria de Dios. Nuestra sola presencia testificará de la magnificencia del Dios que servimos. Pero sepa usted que ni bien tome conciencia de ese resplandor se desvanecerá. Nuestro buen Padre sabe lo rápido que nos enorgullecemos de lo que no es en realidad de nosotros. Por eso le fue dado a Pablo una espina en la carne. Para que la extraordinaria grandeza fuera de Dios y no del apóstol.

Para pensar:
Considere el siguiente consejo de uno de los grandes santos del siglo diecinueve: «Piense lo menos posible en usted. Aparte firmemente todo pensamiento que le lleve a meditar en su influencia, sus muchos logros o el número de sus seguidores. Pero sobre todas las cosas, hable lo menos posible de usted.»

Autor: Christopher Shaw. Producido y editado por Desarrollo Cristiano Internacional para DesarrolloCristiano.-

 

EMOCIONES SALUDABLES‏


por Laura Álvarez

El manejo de nuestras emociones dependerá de nuestro esfuerzo en conocerlas y controlarlas. El manejo de ellas tiene que ver con la capacidad de descubrir la manera adecuada de expresarlas y de discernir lo que podemos aprender de ellas.

  

 

Hablar de nuestras emociones no es una práctica habitual en nuestra vida. No estamos acostumbrados a invertir tiempo en este tipo de reflexión, ni mucho menos a preguntarnos qué sentimos ante las diferentes situaciones y circunstancias que nos desafían. En la mayoría de los casos este comportamiento se debe a que se nos ha enseñado a admirar más a quienes logran contener sus emociones que a aquellas personas que las manifiestan libremente.

Es usual, en nuestra cultura, que desde pequeños se nos aconseje a no obedecer ciegamente a nuestras emociones, se nos enseña que lo importante es lo que hacemos y sabemos, pero no lo que sentimos. Se llega, inclusive, a considerar que las emociones son poco importantes y por lo tanto, se le ha dado más relevancia a la parte racional del individuo.

El ser humano es integral, estamos conformados por cuerpo —componente fisiológico—, espíritu —nuestra voluntad, búsqueda de Dios— y la dimensión psicológica, que además de la esfera cognitiva y del comportamiento, comprende la dimensión emotiva. Por esto, resulta de vital importancia conocer y entender nuestras emociones.

Según Walter Riso en su libro Sabiduría Emocional una emoción es «una alteración del estado de ánimo, la cual puede ser intensa o pasajera, agradable o desagradable. No existen emociones ni buenas ni malas, simplemente integran nuestra vida».

La mayoría de los expertos coinciden en que las emociones ocasionan estados complejos del organismo, entre ellos, impulsos de comportamiento, tales como: huir, reír, llorar, gestos, deseo de estar solo, etcétera; e incluso reacciones fisiológicas e involuntarias, como por ejemplo: excitación o perturbación, aumento de ritmo cardiaco, alteración de la respiración, aceleración del pulso, y tensión muscular.

Vitalidad

Las emociones nos permiten interactuar con el entorno en que nos desenvolvemos y reaccionar en las diferentes situaciones. Si somos capaces de reconocerlas, posibilitan la introspección y reflexión para una mayor comprensión de uno mismo y de los demás. 

Se dice que las personas que expresan apropiadamente sus emociones tienden a ser más longevas, acumulan menos estrés y enfrentan mejor los síntomas físicos y psicológicos del desgaste, de las situaciones difíciles y del envejecimiento.

Por el contrario, las personas que no expresan lo que sienten, viven una vida abrumada, muchas veces sin darse la oportunidad reflexionar acerca del sentido o propósito de lo que sienten. Aun algunas desarrollan enfermedades psicosomáticas, pues la tensión constante hace que el cuerpo se enferme. Lo que no sale por la vía emotiva, escapa por medio de dolores o padecimientos físicos.

Tipos de emociones

Las emociones básicas son el miedo, la tristeza, la alegría, el enojo y la sorpresa. La alegría, por ejemplo, mejora nuestro sistema inmunológico, pone en movimiento los músculos y ayuda a relajarlos. Al igual que el ejercicio físico, aumenta el nivel de endorfinas (sustancias generadoras de placer que se producen en el cuerpo). Además es una estrategia para atenuar temores futuros y nos ayudan a adaptarnos a situaciones de cambio.

La tristeza resulta igualmente beneficiosa, pues, si la manejamos adecuadamente, viviremos en forma saludable las diferentes situaciones de pérdida que se nos presentan en la vida. En ocasiones su expresión puede proporcionar alivio.

A nivel mundial los datos clínicos confirman los beneficios médicos de los sentimientos adecuados y el poder curativo del apoyo emocional.

Por otro lado, otras reacciones emocionales tales como la amargura, la ira, el resentimiento, pueden dejar efectos dañinos en nuestra salud. A la vez, la falta de expresión emocional puede enfermarnos y perjudicar nuestras relaciones interpersonales.

En sus manos

El manejo de nuestras emociones dependerá de nuestro en conocerlas y controlarlas. El manejo de nuestras emociones tiene que ver con la capacidad de descubrir la manera adecuada de expresarlas y de discernir lo que podemos aprender de ellas, sin olvidar las necesidades y derechos de los demás; por ejemplo, poder demostrar mi enojo, sin tener que ser agresivo.

Aprenda a conocer sus estados internos, pregúntese qué siente y qué quiere. Procure un mayor bienestar para usted y para los que están a le rodean, y dése la oportunidad de reflexionar de forma más profunda acerca de su vida.

Ayúdese con las siguientes estrategias:

  • Tenga voluntad para cambiar de actitud; atrévase, arriésguese.
  • Aprenda a reconocer y anticipar las reacciones de su cuerpo ante las diversas situaciones.
  • Conozca cómo enfrenta las diferentes circunstancias de la vida. Identifique reacciones problemáticas y busque alternativas sanas para reaccionar.
  • Evalúe sus comportamientos ante las emociones.
  • Busque espacios para usted mismo; reflexione sobre cómo lleva su vida.
  • Pregúntese cuáles son sus pensamientos o la percepción que usted tiene de los eventos que ocurren. Muchas veces al cambiar esa percepción logramos mayor control de nuestras emociones.
  • Busque el apoyo necesario: alguien con quién compartir lo que siente, que le de un consejo o le dé más objetividad a su percepción, etcétera.
  • Practique ejercicios respiratorios y de relajación.
  • Desarrolle habilidades de comunicación con su familia, compañeros de trabajo, amistades, etcétera.
  • Valide sus sentimientos; piense que existe algo que puede descubrir acerca de sí mismo por el sentimiento que experimenta.
  • Busque espacios para expresarse con el fin de que no acumule sentimientos que le dañen.
  • Hágase cargo de su propia vida, para ello establezca claramente sus prioridades

Para finalizar recuerde: aprenda a conocer sus emociones, estúdiese y no olvide que estas son parte de usted; descubrir y aprender cómo manejarlas nos proporciona un mayor bienestar.

La autora es psicóloga de Enfoque a la Familia, Costa Rica. http://www.enfoquealafamilia.com

 

. Usado con permiso. ©2009, Desarrollo cristiano

 

 

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