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julio 30, 2009

NO TE RINDAS... LUCHA POR TU MILAGRO


  
  Por: T.D. Jakes
 
Esta es la época en que Dios le está diciendo específicamente a los cristianos como ser liberados para que puedan cumplir con sus propósitos en Su reino. Creo que es importante que los cristianos sean sanados y liberados en sus espíritus para así permitir que Dios se mueva en sus vidas a mayor escala. 
 
Sin embargo, muchos no han reconocido a Cristo como la respuesta a sus problemas. Asisten a la iglesia, aman al Señor, quieren ir al cielo cuando mueran, pero todavía no ven a Cristo como la respuesta a los problemas cotidianos que enfrentan. 
 
Muchas veces, separamos nuestra vida personal de nuestra vida espiritual. Tenemos a Jesús como la manera de llegar al cielo y la solución a nuestros problemas espirituales, pero no entendemos que El es la solución a todos los problemas de la vida. 
 
Por muchos años he predicado sobre la mujer encorvada en Lucas 13, quien estuvo tan atada por Satanás que por mas de 18 años no se pudo enderezar. Tenia un pasado que la atormentaba, pero Jesús la libero. El desato en ella el potencial que Satanás había tenido atado por tanto tiempo. 
 
A causa de su condición física, esta mujer batallo para llegar a Jesús. Pocos nos encontramos incapacitados como ella lo estaba. Pero todos nos enfrentamos a situaciones difíciles. 
 
Jesús pudo haber caminado hasta donde estaba esta mujer. Sin embargo, espero a que llegara hasta El. El quiere que lo deseemos lo suficiente como para superar cualquier obstáculo para alcanzarlo. 
 
Cuando ves a una persona jorobada luchando por pasar entre la multitud, sabes que realmente quiere ayuda. Esa clase de anhelo es lo que se requiere para cambiar tu vida. Y Jesús es tu respuesta. 
 
Dios es tu libertador. Jesús era el único que realmente conocía a la mujer encorvada. Le dijo la verdad sobre ella misma. El vio que ella era importante. Le dijo que quedaba desatada y la libero. 
 
Cristo le dio fin en un instante a 18 años de angustia en la vida de esta mujer. Un momento con Jesús, y ella pudo asimilar la verdad. Fue sanada inmediatamente. 
 
Pero a veces el dolor se puede volver demasiado familiar. Los hábitos y patrones son difíciles de cambiar. En ocasiones mantenemos malas relaciones porque le tenemos miedo al cambio. Pero cuando nos valoramos tal y como Jesús nos valora, cobramos la fuerza necesaria para romper con aquello. 
 
En Lucas 13:16 dice que Jesús llamó a la mujer "una hija de Abraham", el padre de la fe. Quizás estaba encorvada, pero seguía siendo hija de Abraham. Tu condición no niega tu posición. 
 
La mujer fue liberada por quien era su padre, tuvo poco que ver con quien ella era. La Biblia ni tan siquiera menciona su nombre. Pero sabemos quien era. Tenía valor porque era una descendiente de Abraham. 
 
Dos heroínas de la fe. Millones de personas veneran a Abraham como el primer hombre en la historia que creyó en Dios a tal grado, que lo tildaron de recto. Se le da mucha atención en Hebreos 11:8-17, donde se alistan los nombres de grandes personas de Dios; que creyeron en El e hicieron grandes obras. 
 
También se mencionan dos mujeres muy diferentes en este "salón de la fama" de la fe. Estas son Sara, la esposa de Abraham, y Rahab, una prostituta de Jerico. 
 
Puedo entender la inclusión de Sara en esta lista, pero no la de Rahab. La respuesta se encuentra en su fe. Es lo que estas dos mujeres tenían en común. No se hallarían semejanzas en sus estilos de vida, solo en su fe. Dios vio en Sara lo mismo que veía en Rahab. De igual forma, no aceptes la excusa de tu pasado como la razón por la cual no puedes tener una experiencia de fe. 
 
Haz una decisión y no la dejes. Rahab decidió tomar el lado del pueblo de Dios. Tomo acción; escondió a los espías. 
 
La fe es un hecho y una acción. Rahab actuó porque creía que Dios la libraría cuando Jericó cayera ante los israelitas (véase Josué 2:12-13). 
 
Sara recibió la fuerza necesaria para cargar y dar a luz un hijo cuando ya no tenia la edad para hacerlo, no por causa de sus circunstancias, si no por causa de su fe. Sara le creyó a Dios (véase Gn. 21:2; Hb. 11:11). 
 
Dios quiere que tu fe se desarrolle. Sin importar tu posición o tu pasado, sigue siendo la fe lo que El honra. Dios esta en el negocio de restaurar vidas rotas. Si crees que tu pasado te impide seguir hacia adelante con Dios, entonces no entiendes el valor de la fe. 
Algunas personas viven bien, limpia y privadamente. Quizás tú seas una de ellas. Pero, si deseas experimentar las cosas de Dios, es necesario que comprendas que El se moverá en tu vida según tu fe, no según tu experiencia. En la casa de Rahab se encontraba algo de mucho valor para Dios: la fe. Por eso Dios la protegió del fuego. 
 
De hecho, El salvo a toda su familia. Todas las casas de Jericó, aparte de la de Rahab, fueron destruidas (véase Js.6:17-25). Pero cuando el fuego se apago, allí estaba Rahab--la única mujer en el pueblo que tenía una propiedad. 
 
Las hijas de Zelofehad. Un grupo de hermanas en el Antiguo Testamento comprobaron que a Dios sí le interesa lo que le sucede a las mujeres. Las cinco hijas de Zelofehad habían quedado solas y sin heredad (véase Nm.27:1-7). Su padre había tenido riquezas, pero no había tenido hijos. Para este tiempo, las mujeres heredaban propiedades o terrenos solo a través de sus maridos. 
 
Estas cinco mujeres apelaron a Moisés para que las ayudara, basándose en el hecho de quien era su padre. Expusieron su caso y esperaron la decisión de Moisés dado que lo veía como la autoridad de Dios. No comprendían por que no podían tener algo de la riqueza de su padre simplemente porque eran mujeres. De no haber sido por el denuedo de estas mujeres, sus tíos hubieran heredado toda la riqueza de su padre, y habrían quedado en la pobreza, recibiendo las sobras de los demás. 
 
Pero estas eran hijas de Abraham. Lección: si quieres que el enemigo te suelte, recuérdale de quien eres hijo o hija. ¡La herencia es tuya! 
 
Una de las razones por las que las hijas de Zelofehad pudieron abogar su caso es que estaban en lo correcto. Y no esperaron que un hombre abogara por ellas; ellas mismas tomaron acción. Era tiempo de enseñar al pueblo de Dios que las mujeres tienen importancia. ¡Las hijas de Abraham valen mucho! 
 
Cuando Moisés escucho el caso de las hermanas, no sabia que hacer, entonces le pregunto a Dios. Dios vio la fe de estas mujeres e hizo justicia. Les dio la riqueza de su padre. Dios no hace acepción de personas. 
 
Tú tienes una herencia. Es importante saber quien eres. Como la mujer enferma, tú eres una hija o hijo de Abraham si tienes fe (véase Ga. 3:29). Y como las cinco hermanas, tú quieres la herencia de tu padre para ti. Entonces, ¿por que te quedas allí, en necesidad, cuando tu Padre celestial te lo ha dejado todo? 
 
No hay ninguna razón para quedarte esperando que otra persona te consiga lo que te pertenece. El que había de venir ya vino (véase Jn. 10:10). 
 
Tu Padre te ha dejado una herencia. Seas hombre o mujer, tú puedes recibir una herencia igual que cualquier hombre (véase Ga.3:27-28). 
 
Esas antiguas mujeres israelitas, las hijas de Zelofehad, pensaron que era una desgracia que ellas se estuvieran muriendo de hambre al recordar quien era su padre. Rahab había sido una prostituta hasta encontrar la fe. Pero una vez tuvo fe, no volvió a su vida anterior. 
 
La mujer enferma estaba encorvada hasta que Jesús la toco. Pero una vez que la toco, se paro. No hay ninguna razón por la que tienes que estar encorvado una vez que te has vestido de Cristo y has recibido su toque. 
 
No es lo que la gente dice de ti lo que te hace diferente. Es lo que dices de ti mismo y lo que Dios ha dicho lo que realmente importa. 
 
Rahab caminó con respeto. Encontraras su nombre en la genealogía de Jesucristo. Paso de ser una prostituta a ser un pariente de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 
 
La fe es lo más importante para Dios. Para algunos de nosotros, de donde hemos venido provoca ciertos problemas, y tenemos que enfrentarnos a ellos. Dios dice que no hay griego ni judío (véase Ga.3:28). Hay solamente una iglesia, comprada con la sangre del Cordero. Todos somos uno en Cristo Jesús. 
 
Dios no se preocupa de cual raza eres. La única ventaja espiritual verdadera no llega a causa del color de tu piel. Lo que contiene tu corazón es lo que te trae ayuda de parte de Dios. 
 
Quizá naciste con muchas ventajas, pero en el reino de Dios, la posición social no significa nada. A Rahab se le puede mencionar junto con Sara porque si crees, Dios te bendecirá. 
 
La fe es el único lugar donde existe la verdadera equidad de oportunidades. Todos pueden llegar a Jesús. 
 
Nunca te desanimes ni te preocupe el hecho de que o quien eres cuando buscas a Dios. El ve tu corazón. El no se fija en las obras. El ve la fe que mora dentro de ti. 
 
Cristo vio el valor de la mujer enferma porque era hija de Abraham. El te liberara del dolor con el que has lidiado y las frustraciones que te han agobiado. 
 
Pero tú tienes que llegar al punto en que el Señor es lo que deseas. Recuerda que la sencillez de corazón traerá liberación (véase Sl. 27:1-4). 
 
Dios quiere que creas en El; que aceptes la verdad de que puedes hacer todas las cosas por medio de El (véase Fi. 4:13). El está tratando de enseñarte desde ahora para que cuando llegue el tiempo de un verdadero milagro, tengas un ahorro de fe de donde sacar para creer. 
 
Si te atreves a creer que te toca una herencia en Cristo Jesús encontraras la fuerza para seguir adelante, erguido y liberado. Entonces el potencial que se te ha dado, podrá ser verdaderamente desatado y usado con poder. 
 
 Todos los derechos reservados. Revista "Vida Cristiana" 
 

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